jueves, 14 de diciembre de 2006

LA DEPENDENCIA

Con el post El Miedo, comencé una práctica que pienso es necesaria. Esta es escribir la palabra que da pie al tema con las definiciones del diccionario de la RAE (Real Academia de la Lengua Española) aplicables, considero necesaria esta introducción, puesto que sitúa al lector dentro del contexto a que me quiero referir en el artículo en particular, subsanando además la posible confusión que pueden darse por causa de las distintas acepciones de un vocablo.

Hecha la aclaración, voy a entrar ya, al asunto que da título a este post.

Dependencia: De dependiente).
f. Subordinación a un poder mayor. 2. drogodependencia. 3. Relación de origen o conexión. 4. Sección o colectividad subordinada a un poder. 8. Der. Situación de una persona que no puede valerse por sí misma. 9. Med. y Psicol. Necesidad compulsiva de alguna sustancia, como alcohol, tabaco o drogas, para experimentar sus efectos o calmar el malestar producido por su privación.

He seleccionado de todas las acepciones, las que trataré más adelante y tienen que ver específicamente con la idea o esencia de lo que deseo transmitir al lector.
De todos los mamíferos, es el ser humano u hombre, como lo designaré en lo adelante para mayor brevedad, el que más tiempo requiere del cuidado de sus progenitores hasta alcanzar a valerse por si mismo. Se encuentra durante los primeros años de vida, en la más completa indefensión ante los peligros al acecho. Básicamente, este hecho no ha dejado de ser real ni aún con el desarrollo existente en nuestros días. Si bien han cambiado algunos de estos peligros e incluso desaparecido, han sido sustituidos por otros de aparición más reciente a consecuencia de ese desarrollo. De manera que, como parte de nuestro natural desarrollo hacia esa independencia como individuo dentro de una sociedad y por la extensión relativamente grande de esa dependencia en comparación con los demás animales y sus comunidades si tomásemos como promedio de vida las siguientes edades con sus respectivos por cientos por edad, obtendríamos el siguiente resultado teniendo como fecha para independizarse la edad de 18 años:

Promedio de Vida______________Por ciento de vida dependiente.
______40______________________________45 %
______50______________________________36%
______60______________________________30%
______70______________________________25,71%

De lo anterior, podemos deducir y plantear que el hombre es dependiente en más del 25% de su vida, o lo que es lo mismo, en más de una cuarta parte de su vida. Tan importante como lo anterior, es el hecho de que es durante esos primeros años, donde no solamente adquiere los elementos que le servirán más adelante para crear los mecanismos adecuados a la protección de su vida sino, que precisamente crea un hábito de dependencia que de cierta forma es inherente y forma parte del resto de su vida. La identificación temprana de la protección paterna ante el peligro, ya sea este real o imaginado, predispone sobremanera la existencia de una figura omnipresente en los primeros años y luego omnisciente en la adolescencia. Por regla general se asume esa presencia como garantía ante los retos de crecer desde que se sale del útero de la madre hasta que se alcanza la madurez suficiente para manejarse en la vida. Es curioso como a partir de ese momento donde el hombre comienza a independizarse, también se cuestionan, se desechan o se ponen bajo un prisma crítico el período anterior con la presencia paterna; para más adelante moderar esta actitud beligerante hacia una actitud reverente con condescendencia ante las ideas u opiniones divergentes.
Puedo decir entonces, que básicamente a partir de esta dependencia, somos terreno fértil para, una vez independizados, ser permeados por la gran cantidad de sustitutos de esa presencia paterna y que se ajustan más a la dependencia incrustada por más del 25% de nuestras vidas; esa presencia protectora y comprensiva que estará de nuestra parte aun cuando ejecute actos de aparente hostilidad, opuestos a nuestros deseos o expectativas.
Esta descripción, es patente cuando se compara por ejemplo, el grado de independencia producto de una educación destinada al propósito de crear individuos independientes en la sociedad anglosajona en oposición a los latinos, mas dados a lazos estrechos durante la crianza. Se inclina más la idiosincrasia latina, por el régimen mas autoritario de la crianza a una religión más dogmática como lo es la católica, no siendo así en el caso de la anglosajona, en la que la religión protestante se centra más en la independencia del individuo y en su relación personal con Dios por oposición a la católica, cuya relación con Dios es básicamente a través del dogma y las reglas establecidas de antaño, inmutables y perentorias.
Durante esta crianza, además, se nos transmite en mayor o menor grado una incognoscibilidad ante cosas que para nuestros padres son de difícil o imposible explicación, lo que se contrapone al hecho vivencial de causa y efecto o acción y reacción por el que transcurrimos durante nuestras vidas y que forzosamente nos lleva a buscar un significado, causa, efecto, acción o reacción a fenómenos tanto de tipo psicológico, físico, natural o desconocido por ausencia de información suficiente. Estas dos fuerzas que de cierta manera se contraponen, nos hacen transitar por una especie de búsqueda del yo que ante tanta incertidumbre, termina por convertirse en la búsqueda de Él. Este Él que es el final cómodo y el descanso del raciocinio, es de un parecido tremendo a esa dependencia que por más del 25% de nuestras vidas nos ha calado. Aclaro que empleo Él, pues el plural sería Ellos, y bien pudiera emplearse, salvo que no daría una idea clara al lector, pero pueden sustituirse indistintamente.
A la luz de los adelantos y descubrimientos científicos, queda aferrarse a una fe que estos mismos adelantos y descubrimientos científicos, convierten en fe ciega.
Todo estaría bien o al menos fuera inocuo, si esos dogmas que sostienen esa fe se realizaran con el respeto a la libertad individual; pero la historia nos demuestra lo opuesto. Un dogma practicado por la mayoría dentro de una sociedad, históricamente ha tratado de ser impuesto al resto, ya sea por el uso de leyes o por la fuerza, lo cual trae como consecuencia, un estancamiento y aún, un retroceso del desarrollo humano si nuestro patrón de medida de la historia fuese el grado de libertad del individuo en la sociedad.
Tradicionalmente se nos ha enseñado la historia como una sucesión en espiral hacia tipos de sociedades más humanas. Sin embargo, soy del criterio de que en realidad, la llamada edad media, también referida como oscurantismo, significó para la humanidad sino un estancamiento, un retroceso en el decurso humano. La Edad Antigua, sentó gran parte de las bases de la sociedad moderna en muchos aspectos de gobierno, justicia, etc.
A la luz de los dogmas tanto en la religión como aquellos al estilo soviético, cubano u otros, podemos decir que significan un estancamiento de la humanidad. No nos guiamos, somos guiados hacia objetivos que finalmente, van en detrimento de la condición y la dignidad humana. Se nos presentan estos dogmas bajo el disfraz de ciencia probada o verdad inmutable e irrebatible, cuando realmente amputan la plena libertad a que tenemos derecho, no ya la libertad de palabra u opinión, sino, la libertad de pensamiento que es en definitiva la que ha guiado a la humanidad hacia tiempos mejores.
No se puede construir una sociedad realmente independiente, si no somos independientes de pensamiento. Si más que independientes de pensamiento, no somos creadores o innovadores, con ideas recreadas por nuestro raciocinio, no adelantaremos hacia sociedades justas y libres, con respeto de cada individuo y una convivencia consensuada donde no se castigue por pensar, no necesariamente como la mayoría.
Son muchas las víctimas de los dogmas a través de la historia, en nosotros está la decisión y la disposición el que cada día sean menos, por el bien común.